EL PALOMAR
Carla corrió hacia la vieja casa de juncos que había construido su padre con sus hermanos años atrás. En ese momento lo único que quería era desaparecer y que no la encontraran jamás. La habían herido, por primera vez... no quería reconocer que había sido en su pequeño corazón y, por eso, le daba más importancia a que hubiesen herido su orgullo. Por una vez, había confiado, había bajado las armas y había bajado el puente que conducía a la entrada de su castillo. Su padre siempre le había advertido y ella, como siempre, había seguido su consejo pues le admiraba en todo lo que hacía, admiraba todo lo que representaba. ¿Por qué esta vez le había fallado? Jamás había dejado que una lágrima se cayese de sus ojos en su presencia. Pensaba que eso le decepcionaría y que así, simplemente vería que era una joven muchacha, débil, como lo fue su madre...
No hay comentarios:
Publicar un comentario